lunes, 22 de diciembre de 2008

Idiotas Utiles

No me gustan los floggers. No por ser un fenómeno social de ahora, ni por su onda en particular. Nunca me gustaron en todas las épocas las distintas tribus de sujetos (de cualquier edad) que se visten y se peinan igual despersonalizándose solo para demostrar que son distintos.

¿Distintos a quien? Los integrantes de estas tribus urbanas terminan comportándose a la larga con el mismo maniqueísmo absurdo que utiliza el más rancio miembro de cualquier sociedad tradicional.

¿O acaso, que diferencia hay entre la chica que no puede dejar de comprar la ropa de determinada marca de moda, y el Flogger que solo usa pantalones de un determinado modelo?

Lo más repugnante de estos fenómenos es que, a la larga, son utilizados por los “vivos” de turno para facturar. La gordita “Cumbio”, reina de los Floggers, vende ropa, bombachas, calzoncillos, escribió un libro (¿?) y en cada declaración pública (que factura religiosamente), da clases de autoayuda. Otro Flogger famoso cuyo nombre no retuve, junto a su padre organiza fiestas multitudinarias. La gilada “distinta” consume lo que le venden con la misma fruición que la rubia mas tarada de Belgrano.

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